miércoles, 19 de diciembre de 2012

José Hierro, visible, actual y necesario



2012, al que ya hemos empezado a despedir, ha sido el año en el que se ha conmemorado el décimo aniversario de la muerte de José Hierro. La obra del poeta, que hubiera cumplido noventa años el pasado mes de abril, ha sido objeto de diferentes homenajes, no solo literarios, sino enfatizando su faceta humana. De esta manera, además de recitales y presentaciones de su antología, se ha resaltado el especial vínculo del poeta madrileño –y cántabro de adopción–  con la radio, un medio en el que trabajó durante años haciendo programas culturales. 

Con motivo de la clausura del año de Conmemoración Hierro 2012, la directora de la Fundación Centro de Poesía José Hierro, Tacha Romero –que además es su nieta–, ha charlado con nosotros sobre este hombre sencillo, amante de la vida y de sus amigos, según lo definen quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo. Además de la opinión de Tacha Romero, el poeta y profesor Luis Luna ha comentado lo siguiente sobre su figura:
“Pepe Hierro fue un poeta imprescindible, aunque gracias a la labor del Centro de Poesía José Hierro y a la Universidad Popular José Hierro, creo que podemos decir que ES un poeta imprescindible. Conozco su labor casi desde la creación y siempre han luchado por y para la poesía tal y como a Pepe le hubiera gustado: con honestidad y con pasión”. Preguntado sobre la vigencia de la obra del autor, Luis Luna opina que la obra de Hierro “es importante para la poesía contemporánea en cuanto que, sin perder el compromiso con los desfavorecidos, con los agraviados, supera el realismo que amordazaba la poesía española. Se introduce en diversas técnicas vanguardísticas y escribe ese gran poemario que es el Libro de las alucinaciones.  

A Luis Luna también le hemos preguntado por su libro de poesía favorito: “Personalmente, me interesa mucho Emblemas neurorradiológicos, ya que representa una fuente extraordinaria en la que aplacar la sed poética. Y también Cuaderno de Nueva York” .Rescatamos un poema de ese libro:

VI                                                           
...Entre dos nuncas. El recién llegado
contempla el cielo encajonado
entre dos muros, entre dos sombras, entre dos silencios,
entre dos nadas.
Sentado sobre su banco de cemento
saca de su bolsillo unos trozos de pan,
los desmiga. Da de comer a las palomas.

Tacha Romero habla sobre el año conmemorativo Hierro 2012

¿Qué balance hace usted del año conmemorativo del poeta? ¿Han sentido el peso de la crisis, en el sentido de que tal vez en otro momento económico se hubieran podido hacer más cosas? 

Sin duda alguna el balance es muy positivo. Han participado en los distintos actos más de cien poetas, críticos, amigos de José Hierro y han asistido a estos eventos más de mil personas. Todos nuestros esfuerzos se han centrado en que fuese de nuevo visible, actual y necesario y creo que lo hemos conseguido. Con total seguridad el programa de Hierro 2012 hubiese sido más extenso hace unos años, pero gracias al apoyo de los patrocinadores entre los que están Acción Cultural Española, la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Inditex, Instituto Cervantes, Ámbito Cultural de El Corte Inglés y el Centro Clínico Quirúrgico 2000, hemos podido acercar la esencia de José Hierro y de su figura literaria y humana a todo el mundo, incluso más allá de nuestras fronteras.

¿Cómo cree que concibe el lector español a José Hierro, un poeta que ya en vida fue muy reconocido? ¿Qué es lo que más destacaría usted, que tan cercana fue a él, como poeta y como persona?

Creo que, pese a los diez años de ausencia, no ha perdido un ápice de vigencia. Es uno de esos poetas atemporales, no importa que ya no esté, importa que estuvo y todo lo que nos dejó. Los lectores cierran sus libros pero la emoción permanece y se extiende hacia el autor. Le incorporan a sus vidas como alguien próximo, que en absoluto les es ajeno y entonces por encima de la admiración, surge el cariño y una enorme simpatía hacia todo lo que tiene que ver con él. Quienes le conocieron se sienten afortunados y saben que el hueco que dejó nunca volverá a ser ocupado por nadie. Era un ser único y excepcional y eso trasciende más allá de su poesía. Fue un poeta absolutamente genial y sus principales cualidades como persona se reflejaban perfectamente en su poesía, la humanidad, la ternura, la humildad, la generosidad, la capacidad de trabajo y la alegría, pese a todo. Era una persona muy vitalista y tenía un sentido del humor extraordinario.

Siempre se ha destacado del poeta su solidaridad con otros autores, ya fueran amigos o simplemente compañeros de oficio. Por desgracia, en el mundo literario, no es algo muy habitual…Muchos poetas vivían por y para su ego, pero nunca fue el caso de Hierro. ¿Qué le parece?

No es una cuestión exclusiva de poetas el anteponer el ego a la lealtad o al simple sentido común. Ocurre, por desgracia cada vez más, en todos los ámbitos de la vida. En el caso de mi abuelo, fue su integridad y honestidad lo que hizo que algunos sectores de la poesía le negaran el lugar que le correspondía, pero les dio a muchos una lección de elegancia y jamás reprochó nada a nadie. No era rencoroso. Sencillamente, obró siempre como él consideraba que debía hacerse y se llevó el respeto, la admiración y el reconocimiento de público, crítica y de la inmensa mayoría que tuvo la fortuna de conocerle.

¿Qué le podemos decir a las personas que no sepan nada sobre la labor que hace la Fundación Centro de Poesía José Hierro?

La Fundación Centro de Poesía José Hierro, que se sostiene gracias al apoyo de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de Getafe, se ocupa no sólo de cuidar la memoria de José Hierro y difundir su legado literario, artístico y humano. Este es un proyecto, así lo quiso él, que se encarga de velar por mantener viva la poesía en sus infinitas voces y formas. Un espacio abierto y plural donde enseñar, aprender, crear, escuchar y perpetuar ese “algo que sirve para decir lo que no se puede decir con palabras”, decía Hierro.

Para ello, llevamos a cabo una serie de talleres, seminarios y ciclos a lo largo de todo el año en nuestras fantásticas instalaciones y, aunque la crisis ha arrancado de raíz nuestra actividad editorial, seguimos con la edición digital de la Revista Nayagua, en la que contamos con algunas de las más relevantes voces del panorama poético actual a nivel nacional e internacional.

Por desgracia, la poesía ocupa un discreto lugar en el panorama literario actual, y en un país en el que se lee bien poco. ¿Cómo cree que se sentiría el poeta frente a este panorama tan desolador? Él, que tanto parecía necesitar la conexión con el lector…

Este panorama tan desolador ya existía hace diez años y es realmente preocupante que no haya mejorado nada en una década. Nosotros hablábamos sobre el tema y a él le daba una pena horrible. Si la gente fuese consciente de la importancia de la lectura y de transmitir ese hábito a los hijos, habría más esperanza para el futuro. De todos modos, la poesía siempre ha estado apartada de las líneas de poder e influencia y los poetas lo asumen y se resignan porque escriben, en su mayoría, por necesidad. El caso de mi abuelo, de todos modos, también en esto fue una excepción; Cuaderno de Nueva York inauguró las listas de los libros más vendidos de poesía y se mantuvo en el primer puesto durante muchas semanas. Sus recitales se llenaban hasta la bandera y era algo impresionante ver a la gente haciendo cola después de cada recital o presentación, para llevarse su ejemplar dedicado cariñosamente con sus pinturas. Él necesitaba la conexión con el lector y la tuvo. 

Sé que es complicado, pero díganos algunos versos del poeta por los que usted sienta especial debilidad. Con ellos ilustraremos el artículo.

Hay un poema al que tengo y él tenía especial cariño, “En son de despedida”, de Cuaderno de Nueva York. Hay en ese poema unos versos que definen la esencia de lo que fue y que demuestran que por encima de todo lo demás siempre prevaleció el amor en todas sus formas:
Nadie pudo, ni puede, ni podrá por los siglos de los siglos
arrebatarme tanta felicidad


Yo les dejo otros versos, también muy bellos, para terminar esta entrevista:


¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.

De “Alegría” (1947)

viernes, 16 de noviembre de 2012

Ernesto Pérez Zúñiga: “La lectura es capaz de salvar a los hombres”



Leo en el periódico cultural RitmosXXI que el escritor Ernesto Pérez Zúñiga ha ganado el Premio Torrente Ballester con su novela El tercer sonido. Me gustaría darle la enhorabuena al autor, y aprovechar este momento para recuperar una entrevista que le hice el pasado año con motivo de la publicación de su novela, El juego del mono. Además de este galardón, el escritor madrileño también cuenta con el Premio Internacional de Novela Luis Berenguer por su obra El segundo círculo. Espero que os interese la charla que mantuvimos sobre su libro y sobre la literatura en general.

 

El juego del mono (Alianza Literaria), la novela sobre la que le entrevisté, es una obra circular repleta de capas donde el autor madrileño reflexiona, entre otras cosas, sobre la fuerza de la literatura, los territorios fronterizos y la difusa línea entre realidad y sueño. Protagonizada por Montenegro, un desencantado profesor de instituto que emprende un viaje interior en busca del origen de un misterioso manuscrito, El juego del mono es una novela con gran lirismo que atrapa al lector desde el principio y le plantea múltiples interrogantes sobre la sociedad en la que vivimos.

“Escribir esta novela me ha traído muchos recuerdos, puesto que en 1997 fui docente durante unos meses en La Línea de la Concepción y viví en primera persona muchas de las cosas que cuento en el libro. Después de eso, decidí tomarme un tiempo para dedicarme sólo a escribir, y diez años después comencé esta novela, que tiene el sabor a una época pasada y muy importante para mí, por eso ha supuesto una especie de catarsis”, explica Ernesto Pérez Zúñiga. Nacido en Madrid, pero con fuertes raíces andaluzas, hace más de una década Pérez Zúñiga dejó Granada para venir a la capital y centrarse en la literatura, una decisión de la que nunca se ha arrepentido, aunque confiesa que en su momento “fue difícil”. 

Un viaje al infierno dantesco

El protagonista de El juego del mono esMontenegro, un anti héroe en la treintena, un personaje canalla y falto de amor que se va haciendo consciente de sus defectos según avanza la historia. Sin embargo, es un personaje que reflexiona y que vive en primera persona el problema del sistema educativo. A su llegada a un conflictivo instituto de la Línea de la Concepción se encuentra con un ambiente donde reina el caos y el desencanto: profesores que han tirado la toalla y estudiantes que apenas han leído un libro a los que él debe evaluar. El hallazgo de un manuscrito en el sótano de la casa que ha alquilado supone para Montenegro la vía de escape al tedio de la enseñanza. Pero el manuscrito, redactado por un escritor al que una mujer enmascarada retiene contra su voluntad, además de un enigma, también conlleva un viaje al infierno dantesco. “El sótano y el manuscrito empujan al protagonista a un viaje al interior de sí mismo, un viaje hacia la oscuridad, donde la escritura parece ser la única tabla de salvación”, continúa al autor. 

La Sherezade de Las mil y una noches, la Lolita de Nabokov o la narrativa de Onetti son algunos de los acompañantes de Montenegro en un periplo donde la literatura es un personaje más. “He querido que El juego del mono sea un canto a la pureza de la literatura, una de las pocas cosas que es capaz de salvar al hombre”, explica el autor, para quien la lectura posibilita “relacionarnos de manera íntima con las palabras, casi tanto como lo hacemos con los humanos”. Pérez Zúñiga considera que leer, aunque hoy en día “se haya convertido en un acto casi revolucionario”, es vital, y advierte de que una sociedad que no lee ni el pasado ni el presente se puede convertir “en una sociedad que vive como esclava, sin reflexionar”.

 El mono que da nombre a la novela y que acompaña a Montenegro en el descenso a los infiernos, como si de su propia Beatriz se tratara, es otro personaje fronterizo, porque es el animal que más se parece al hombre y en la novela representa los instintos, lo primario. “El mono es un espejo en el que se refleja Montenegro: a través de sus vicios y de la curiosidad que ambos comparten, el protagonista comprende que le separan pocas cosas del animal”. La sociedad actual, explica el narrador y poeta, a veces “se asemeja a estos primates, puesto que vivimos en un ambiente donde la responsabilidad no importa y la gente se deja llevar por impulsos”. También por impulsos se mueven las mujeres de esta historia, unas féminas misteriosas, enmascaradas y a veces mitificadas, como la Lolita de Nabokov, pero siempre fundamentales. “Las mujeres se aparecen ante Montenegro siempre con una máscara, y despojarlas de ese elemento es lo que le conducirá a la realidad”, explica.

“No todas las novelas deberían escribirse”

 Poeta, cuentista y narrador, Pérez Zúñiga se encuentra cómodo en estos géneros. Prueba de ello es esta novela, dotada de un gran componente lírico. “Puede haber poemas muy narrativos y novelas con mucho poder poético; lo poético para mí es una manera de entender el lenguaje, de atrapar la realidad en forma de lenguaje. Cuando cultivas esa manera de escribir, la puedas trasladar a cualquier género”, sostiene. 

“Disfruto mucho escribiendo novelas porque son proyectos que se van formando poco a poco y que necesitan una buena estructura”. El autor piensa en cada uno de sus libros “como si fuera el último” para así darle la mayor riqueza posible. “Nunca he escrito una novela que no quisiera escribir”, afirma en respuesta al balance de sus años como autor. Ahora, Pérez Zúñiga confiesa que tiene muchos proyectos en mente y un borrador de otra novela, pero se va a tomar un tiempo de descanso. “Soy de los que piensan que no todos los libros deben escribirse, sólo aquellos que te eligen a ti”, puntualiza.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

Ignacio Ferrando habla sobre "La piel de los extraños"



Hace unas semanas, entrevisté al escritor Ignacio Ferrando (Trubia, Asturias, 1972) por su último libro de Relatos, La piel de los extraños (Menoscuarto), un libro por el que está recibiendo elogiosas críticas. Podéis encontrar la entrevista al completo en este enlace a la web Culturamas.

Para no repetirme aquí, he decidido recuperar algunas de las frases más interesantes de la entrevista, a modo de resumen. La piel de los extraños nos presenta once relatos de esos que enganchan, que revuelven por dentro y luego nos dejan pensativos. En ellos, Ignacio Ferrando nos lleva a lugares muy lejanos (Tagfraut y el polvo de su desierto de dunas suaves; las calles silenciosas y desiertas de Nueva Cartago o los tejados de pizarra y las chimeneas de Misjory), pero que podrían estar a la vuelta de la esquina, en la boca del metro que cogemos todas las mañanas. Relatos que nos hablan fundamentalmente de identidad, de relaciones de pareja a través de las cuales comprendemos que no somos quienes creemos o nos decimos ser, historias con personajes al límite. Una brillante metáfora de la vida que llevamos actualmente. 



-"La piel de los extraños es, por ahora, mi libro más maduro. Sigue representando, eso sí, mi mundo personal, el de los comienzos, un dédalo frecuentando por mis miedos, por mis más feroces e insospechados recodos; el estilo, el lenguaje, todo, me resulta más propio".

 
-"Desde siempre me han interesado los relatos psicológicos, por lo que tienen de real y falso, por la empatía que suscitan, porque en ellos nos vestimos, durante unos minutos, de los que no somos".

-"Creo que mi relato favorito es “Liberación”, pero no estoy seguro. De lo que sí estoy seguro es de que no es el mejor relato, ni el más original, pero su voz es muy especial porque tiene una lírica muy fina y, a la vez, resulta brutal. Nunca antes he tenido tan presente esa sensación de ser, no autor, ni escritor, sino testigo de algo que me estaba siendo contado".


-"Cuando me planteo una trama, la ubico en un lugar que “me ayude a contar”, que sea, más que cartón piedra o espacio físico, un personaje más. El lugar me ayuda a consolidar el significado, a darle verosimilitud de la historia".

-"Es cierto que la identidad es uno de mis temas preferidos. Y si la identidad es, además de lo que somos, lo que los otros dicen que somos, existe una relación biunívoca entre las relaciones personales y de identidad. De ahí que me interesen tanto las relaciones de pareja como mecanismos para descubrir los límites y carencias de mis personajes".


-"Pocos entienden que escribir literatura es una pulsión y que, de nada vale escribir lo que otros quieren que escribas".


-"Mi éxito literario es, a la vez, mi trasparencia. Tengo la sensación de no existir, o existir apenas para el lector y para el mundillo literario, y eso me permite una fabulosa libertad creativa. Mi éxito literario (que es un fracaso en toda regla) es seguir trabajando en mis libros, lograr que mi puñado de lectores sea cada día mayor".