Rosa Montero es una de las escritoras más queridas de nuestro país, y no sólo por la calidad de su prosa, sino por su cercanía con los lectores y la solidaridad que demuestra continuamente. Creo que su capacidad de empatizar con la gente que sufre es una de las razones por las cuales se sintió fascinada por el breve diario que la Nobel polaca Marie Curie escribió tras la repentina muerte de su marido, Pierre.
Cuando Rosa Montero dio con esas páginas, que ella describe como "brutales y desgarradoras", supo que ahí tenía una historia que debía ser contada. Y así fue cómo surgió La ridícula idea de no volver a verte (Seix Barral), un libro-tesoro a caballo entra la novela, la biografía y el ensayo. Una obra en la que Rosa Montero nos habla de su experiencia directa con el duelo y analiza qué papel juega la muerte en esta sociedad en la que vivimos, siempre tan centrada en la juventud y donde la enfermedad y la muerte a veces parecen meros accidentes. Utilizando como hilo conductor la fascinante vida de Marie Curie, la escritora y periodista madrileña nos abre las puertas de su yo más íntimo con esta obra repleta de belleza y luminosidad. Porque, como ella misma afirma, este es un libro "luminoso, concebido para celebrar la vida".
-La ridícula idea de no volver a verte es
un libro en el que ha contado cosas muy íntimas. ¿Se ha sentido más desnuda que
con otros libros?
No, la verdad. Nunca he sido de
novelas autobiográficas. Lo que más me gusta de la literatura es poder vivirte
en otras vidas, salir del encierro de tu propia realidad, aunque por supuesto
siempre hay metáforas, símbolos profundos que ni nosotros podemos interpretar y
que tienen mucho que ver con nosotros. Sí que es cierto que esta novela es la
que tiene un contenido autobiográfico más real, pero lo he tratado todo con
mucho pudor, así que no me he sentido más expuesta.
-Este es
un libro que es difícil clasificar… ¿Es de esas obras que hay que leer sin
fijarse en qué lugar de la librería se ha colocado?
Puede ser. Los propios libreros no
sabían muy bien dónde colocar la novela cuando se publicó, si en ficción o en
ensayo…Es una obra que tiene una biografía muy poco convencional sobre Marie
Curie, formada casi por detalles y pinceladas de su vida, hay cosas de mi
propia vida, historias que he contado sobre otra gente y hasta un pequeño
microrrelato. Además de fotos, reflexiones…tal vez pudiera ser un ensayo
narrativo, por decirlo de alguna manera, pero es difícil definirlo.
-A pesar de la dureza de los temas que aborda, el libro salió “casi
solo”, según ha contado alguna vez.
Es cierto. Suelo tardar tres años por
novela, pero este libro ha salido en once meses, como un tiro, un torrente.
Siempre he dicho que escribir una novela es como picar piedra, es algo tedioso,
pero con este no ha sido así…Todo lo que escribía me emocionaba y siempre
estaba deseando sentarme a redactar.
-Era una obra que tenía que salir así, tan rápido, justo en un momento importante…
Yo también lo pienso. Lo he
disfrutado, me he emocionado escribiéndolo, me he reído…Ha sido una obra que he
vivido mucho. Cuando me surgió esta historia yo estaba trabajando en otra
novela ambientado en la selva y llevaba tres capítulos más o menos, pero estaba
bloqueada y algo nerviosa. De repente, por una de estas casualidades de la vida
cayó en mis manos el diario de Marie Curie, y ahí empezó todo.
-El breve
diario de Marie Curie no sólo es sorprendente, sino también conmovedor. ¿Qué le
pareció cuando lo leyó?
Son unas páginas escritas durante el
año posterior a la muerte de Pierre Curie, que fue atropellado por un coche de caballos
y murió en el acto. Marie quedó desolada y volcó todo su dolor en un diario
desgarrador y tremendo. Son veintiocho páginas que me estallaron en la cabeza,
no sólo por la reflexión sobre el duelo, que yo he vivido a nivel personal,
sino por el personaje de ella, del que yo creía que sabía mucho hasta que leí
esto.
-Usted
lo define como un libro sobre la vida, y creo que el lector así lo percibe una
vez que lo ha leído.
Es una historia sobre la vida, sobre
cómo vivirla más plena y serenamente. Pero no podemos aspirar a vivir de esta
manera si previamente no has llegado a un “acuerdo” con la muerte, no sólo la
tuya, sino la de tus seres queridos. Evadimos la idea de la muerte, vivimos
como si fuéramos inmortales…la enfermedad y los accidentes se ven como algo
anómalo en esta sociedad. Creo que si huimos de la muerte acabamos huyendo
también de la vida.
-¿Uno
aprende a vivir con la idea de que la muerte está ahí fuera, esperándonos?
Se puede, aunque es muy difícil. En
teoría lo sabemos, pero llevarlo a la práctica es lo complicado.
Afortunadamente, nunca paramos de aprender en la vida. Hay que reflexionar y también
exige liberarse de ataduras, miedos y angustias.
-Afirma en
estas páginas que uno no se recupera de la muerte de un ser querido, sino que
se reinventa. ¿Cómo fue esa reinvención para Marie Curie?
Para ella fue muy duro porque estaba
muy aislada en un mundo en el que era una extraña casada con otro extraño, y
además estaban tan unidos que parecían hechos el uno para el otro. Por si todo
fuera poco, tiempo después se enamoró de otra persona, otro físico más joven
que ella y también muy brillante, y fue
humillada públicamente, tachada de adúltera y quisieron echarla de la Sorbona.
Pero ella se reinventó. No podemos perder la esperanza en la fuerza que la vida
nos da para seguir adelante y recuperarnos. En una vida hay muchas vidas, eso
lo sabemos todos los que tenemos una edad. Para mí, una de las grandes
preguntas de nuestra existencia es qué hacer con el dolor para conseguir que no
nos destruya.
-Cuando se
adentró en la vida de Maria Curie descubrió a una mujer fascinante y muy
compleja, mucho más allá de su papel como científica. ¿Con qué recuerdo se
queda de ella?
De ella me quedo con todo: era una
mujer fascinante, maravillosa. Luchó por tener su propio camino en una época en
la que las mujeres no podían hacerlo. Creo que el gran problema de la mujer es
que históricamente nunca ha vivido para su propio deseo. Eso es vital para
todos, hombres y mujeres, porque si no se lucha por lo que uno quiere es
imposible ser feliz en la vida. Volviendo
a Marie Curie, hay que recordar que era polaca y se tuvo que marchar, era pobre
y en un momento en el que las mujeres no llegaban a la universidad. De ella,
además, destacaría su capacidad de sacrificio y lo pasional que era…
-En el
libro hay una reflexión muy potente sobre la literatura como un arma poderosa
contra el mal y el dolor.
Es cierto porque el arte en general
está en la base misma de nuestra supervivencia. Si no tuviéramos esa capacidad
de crear belleza de este caos punzante y demoledor que es la vida no podríamos
sobrevivir. Es más que un refugio. Sin arte, sin narraciones, no podríamos
entender el mundo, porque además todos somos narradores de nuestras vidas y
necesitamos escribirnos, narrar nuestros recuerdos.
-El libro ya está en esa fase tan deseada
por un autor en el que fluye solo: lleva muchas ediciones, ha recibido unas
críticas muy buenas y los lectores lo aprecian. ¿Qué balance hace de estos
meses?
Lo que más me gusta es que estoy
recibiendo muchas cartas, más que con otros libros, y todas cuentan historias
de duelos de los lectores… son historias bonitas, conmovedoras, que celebran la
vida y el amor. Las guardo en una carpeta y pienso que tal vez deberían formar
parte de un libro suyo, de todos los lectores que lo comparten conmigo. ¡De eso
me siento tan orgullosa! Si en algún momento mi libro ha servido para que la
gente exprese la parte bella del dolor, eso ya es algo muy importante para mí.
Me quedo con eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario